“Y volví mi rostro a Dios el Señor,
buscándole en oración y ruego,
en ayuno, cilicio y ceniza.”
Para acercarme a Dios en forma reverente y para que mi ruego sea eficaz, necesito cubrir estos tres puntos:
1. AYUNO. Esto se interpreta por muchos como dejar de comer, pero para Dios, es cesar de toda actividad para dedicarse únicamente a orar.
2. CILICIO. Esto se refiere a vestidos toscos de tela áspera, que ocultaban y borraban toda distinción personal. Equivale a presentarse ante Dios habiéndose despojado de toda gloria, toda virtud y toda apariencia que nos pudiera hacer grandes ante los ojos de los hombres. Es decir que no hay nada de valor en nosotros. Hoy, después de desnudarnos de nuestra gloria, debemos vestirnos de Cristo para entrar a la presencia de Dios.
3. CENIZA. Cuando la madera (árbol muerto) o sacrificio (animal muerto) se quema, sólo quedan cenizas. Este “olor de muerte” era el “perfume” que usaban para acercarse a Dios. Nosotros nos presentamos a Dios habiendo muerto con Cristo y llevando sólo la unción de Dios que nos distingue del resto de los humanos.
Las lecturas nos permiten observar las palabras que usaba Daniel al orar a Dios. Éstas nos dan las siguientes lecciones:
1. Es importante tener compañeros que puedan orar, junto conmigo, con el mismo fin (2:17Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros).
2. Antes de pedir lo que necesito, debo pedir las misericordias de Dios. Esto debe ser así, porque no merezco recibir nada de Dios (2:18para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.).
3. Inmediatamente después de recibir algo de Dios debo agradecérselo, bendiciendo su nombre (2:19,2019Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. 20Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.).
4. Orar debe ser algo tan constante en nosotros, como lo es respirar. Los que nos rodean deben ver que somos hombres y mujeres de oración (6:10,1110Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. 11Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios).
5. Los que hemos creído en Cristo hemos sido bautizados en un cuerpo (1 Co. 12:13Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.), por tanto, no podemos vernos como cosas aisladas y decir él o aquél…. Tenemos que vernos como un cuerpo y decir: “Hemos... hemos... hemos... hemos... hemos...” (9:5hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas.).
Entre los creyentes, hay tres clases de peregrinos:
1. Los que piensan que no necesitan de la armadura de Dios, y son presa fácil de Satanás.
2. Los que sólo se ponen la armadura, y por ello, duran un poco más en la batalla antes de caer derrotados.
3. Los que, además de tomar toda la armadura de Dios, oran “en todo tiempo”. Estos son los que salen siempre victoriosos de sus batallas (Mt. 26:41Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.).