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El Hijo del Hombre y las excusas

TEXTO PARA MEMORIZAR Lucas 14:18

“Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.”

INTRODUCCIÓN La invitación

Las excusas y pretextos comenzaron inmediatamente después de que el hombre pecó (Gn. 3:7-13 7Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. 8Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. 9Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. 11Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? 12Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. 13Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.). Por tanto, son lo que la mente inventa para cubrir errores, defectos y pecados. Pero, como las hojas que usaron Adán y Eva se marchitaron por el sol, así las excusas y pretextos no sirven para cubrir los pecados ante los ojos de Dios.

En la parábola, las excusas vinieron de los invitados, es decir, de los que oyen el evangelio, pero piensan que hay cosas más importantes que la salvación de su alma.

Pero, todos estamos expuestos a poner excusas y pretextos cuando la voz de Dios nos invita. Tres personas, antes de seguir a Cristo, presentaron excusas y pretextos (9:57-6257Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. 58Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. 59Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 60Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. 61Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. 62Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.); pensaron que, para seguir al Señor Jesús, necesitaban:

1. La comodidad de su hogar. Seguridad física.

2. La herencia de su padre. Seguridad económica.

3. El apoyo de su familia. Seguridad emotiva.

Pero el discípulo de Cristo debe renunciar a todo lo que posee y nunca volver atrás (9:62Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.; 14:33Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo).

LECCIÓN Apertura al hablar

Dios ve el corazón y escucha lo que decimos. ¿Qué opina de nosotros cuando esto no concuerda? Al hombre lo podemos engañar, nuestras palabras pueden cubrir una verdad o disfrazar una realidad y, ¡cuán pocos se dan cuenta de lo peligroso que es no hablar la verdad (Ef. 4:25Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros)!

Hablar verdad, no se refiere tanto a decirle a otro lo que leímos, vimos o entendimos, porque en todas estas cosas puede haber diferencias entre la verdad real y lo que yo capté. Lo importante es hablar verdad con respecto a mí mismo: lo que pienso y lo que siento; la razón: aquellos con quienes hablo son miembros del mismo cuerpo y merecen una comunicación real y abierta para que me conozcan como soy, y si ahora Cristo vive en mí, ¡con mucha mayor razón!

Mis palabras pueden ser una cubierta que esconde ante mis semejantes lo que soy y siento, pero no delante de Dios.

Mis palabras pueden ser una cubierta, pero no para Dios

PENSAMIENTO Colosenses 4:6Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno

Saber cómo “responder a cada uno”, es algo de suma importancia, pues nuestras palabras no deben herir (Stg. 3:2Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo), por eso necesitamos “gracia”. Tampoco deben corromperse o mal entenderse una vez que sean oídas, por eso necesitamos “sal”. ¿Has aprendido esto?

“El Sembrador”
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