“Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.”
Jacob tuvo miedo porque descubrió una verdad: “Ciertamente Jehová está en este lugar” (v. 16). ¡Cuántos pecados se evitarían si siempre recordáramos que Dios está en todas partes y nos está viendo!
Pues el hecho de que Dios esté aquí significa que:
1. No nos podemos esconder de su vista.
2. Tenemos a nuestro alcance toda clase de bendiciones: estamos en su casa donde hay de todo.
3. Podemos pedirle lo que necesitamos. Tenemos una puerta al cielo.
Entonces, si NO recordamos esto, pecamos, porque:
1. Hacemos cosas que no le agradan a Dios.
2. Buscamos por fuera lo que Dios tiene para nosotros en su casa.
3. No oramos. Hacemos a Dios a un lado y seguimos solos por nuestro camino.
1. Hay tres formas de buscar las cosas que sentimos son necesarias:
a) Con trampas y tretas, usando métodos humanos, que significan mentir y muchas veces, perjudicar a otros.
b) Con “ansiosa inquietud” (Lc. 12:29). Esto es, olvidándonos que nuestro Padre celestial sabe qué es lo que necesitamos (Mt. 6:32).
c) Orando y confiando que Dios suplirá todo lo que nos hace falta (Fil. 4:19), que no siempre es lo mismo que todo lo que pedimos.
2. Jacob, al buscar lo que quería, se olvidó de dos cosas muy importantes:
a) Que Dios veía todas sus acciones. Él sí se daba cuenta de sus tretas y sus trampas.
b) Que lo que se siembra se cosecha (Gá. 6:7-10). Por ejemplo, así como él engañó a su padre, sus hijos lo engañaron a él. Lee la historia en Génesis 37:31-35.
Esto nos lleva a otra definición de pecado:
“Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Stg. 4:17).
El que hace trampas, es porque sabe la forma correcta de hacer las cosas y busca otra manera de obtener lo que quiere. Por eso es PECADO.
No sigas este camino: mejor, aprende a orar.