Tres cosas notables pasaron en esta época que se reflejan aquí: (1) La “puerta abierta” (v. 8Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.). El evangelio de Cristo: muchas sociedades misioneras nacieron con el fin de ir a otras naciones a “hacer discípulos”. (2) “No has negado mi nombre” (v. 8Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.). También comenzaron a reunirse “en su Nombre” a partir el pan y tomar la copa en memoria de él. (3) “He aquí, yo vengo pronto” (v. 11He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.). Otro dato notable es la exhortación que desde el púlpito comenzó a hacerse tomando en cuenta que pronto volvería el Señor. ¡Cuidemos estas tres doctrinas cardinales!
La época de lo relativo se ve en esta carta (v. 15Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!) y corresponde al hoy que vivimos. Ante lo relativo está (v. 14Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:): “El Amén”, el poder que trae a su correcta conclusión todo cuanto hay. “El testigo fiel”, contra quien he de comparar todo cuanto se hace o piensa para hallar la verdad. “El principio”, la respuesta que la ciencia busca. En el mundo de lo relativo, el hombre puede decir “Yo soy...”, pero en la esfera de lo invariante, Dios le dice: “Tú eres...” (v. 17Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.). Tres figuras: El Sabio que aconseja a un mundo desorientado (v. 18Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.). El Padre que mora con sus hijos y los corrige (v. 19Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.). El Salvador llamando fuera de la puerta (v. 20He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.).