Mientras Oseas y Amós profetizaron en Israel; Isaías y Miqueas lo hacían en Judá donde ahora tenemos a Acaz, rey impío cuya conducta se contrasta con la de David, su padre (v. 2Cuando comenzó a reinar Acaz era de veinte años, y reinó en Jerusalén dieciséis años; y no hizo lo recto ante los ojos de Jehová su Dios, como David su padre.). Fue el primer rey de Judá que hizo pasar a un hijo por el fuego según la práctica abominable de los paganos. Nos asombró que una mujer como Atalía matara a sus nietos, dejándose usar como instrumento de Satanás en un intento de frustrar los propósitos de Dios, pero, ¿qué diremos cuando un padre hace lo mismo? Es triste, en verdad, que el diablo encuentre dentro del pueblo de Dios quienes hagan su trabajo.
Fue durante el reinado de Acaz que Isaías dio la gran señal que se cumpliría siete siglos más tarde: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Is. 7:14Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.). En el mismo capítulo, Isaías condena la alianza con Asiria que leímos hoy, y anuncia que, aunque el juicio sería seguro y severo, habría un remanente preservado por Dios en el cual cumplirá sus propósitos.