En este capítulo se mencionan seis reyes contemporáneos de Asa, rey de Judá, y todos malos.
Omri pasó la capital de Tirsa a Samaria y fue padre de Acab.
Conoceremos bien a Acab pues aparece en los capítulos siguientes junto con Jezabel su esposa. Ella ilustra la tremenda influencia para mal que una mujer puede tener sobre su marido y sobre la nación.
El Espíritu Santo usa su nombre para describir la influencia que corrompe a la iglesia en Tiatira (Ap. 2:20Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.). Jezabel era hija del rey de Sidón y ella trajo a Israel la adoración de Baal. Baal significa maestro, amo, dueño, y llamar así a un ídolo es desconocer y despreciar al Dios vivo, el único digno de semejantes títulos.
El capítulo termina registrando otro reto al señorío de Jehová, quien había prohibido la reedificación de Jericó quinientos años antes (Jos. 6:26En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas.). Hiel dejó Bet-el (casa de Dios) para reconstruir una ciudad condenada a destrucción perpetua por Dios, y aprendió, como aprenderán los que hoy desobedecen a Dios, que cuando Dios dice algo, lo cumple.