Todavía no habían entrado a la tierra de Canaán, pero Dios quería que la conocieran en detalle.
Al buscar aplicación a este pasaje abrigamos el temor de que prestamos tan poca atención a las instrucciones divinas tocante a nuestra herencia espiritual como la que normalmente prestaríamos a los detalles geográficos de este capítulo. Muchos creyentes hablan de su herencia como algo muy místico e indefinido y definitivamente futuro.
El Nuevo Testamento nos describe una gran porción de nuestra herencia como cosa presente (Col. 1:12con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz), pero debemos conocer los propósitos de Dios y luchar para poseer lo que nos ha dado. Epafras agonizaba orando para que sus hermanos estuvieran “firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere” (Col. 4:12Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.).
Conozcamos los límites de nuestra herencia actual y disfrutemos las bendiciones que están a nuestro alcance. Canaán no es figura del cielo sino de victorias y deleites que Dios quiere que disfrutemos hoy, pero hay huestes espirituales que vencer. No seamos ingratos desconociendo nuestra herencia, ni tan débiles que no queramos luchar para obtenerla.