La ley de Dios contrasta la verdad con la mentira de los hombres; la luz con las tinieblas; lo permanente con lo pasajero. El creyente ha sido liberado de la potestad de las tinieblas y ha sido trasladado a la luz admirable del reino de Dios.
“Mucha paz tienen los que aman tu ley” (v. 165Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo). La paz que Dios da, no es la que viene por ausencia de dificultades, sino la que resulta de confianza en un fuerte defensor que nos conoce. Por eso decimos: “todos mis caminos están delante de ti” (v. 168He guardado tus mandamientos y tus testimonios, Porque todos mis caminos están delante de ti.).
Por las Escrituras nos conocemos a nosotros mismos y conocemos a Dios. Esta es la base de la oración. Hay dos oraciones en esta estrofa que piden algo con base en lo prometido por Dios (vs. 169,170 169 Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; Dame entendimiento conforme a tu palabra. 170 Llegue mi oración delante de ti; Líbrame conforme a tu dicho.). Hay muchas más en el salmo (vs. 25,28,58 25 Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra. 28 Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra. 58 Tu presencia supliqué de todo corazón; Ten misericordia de mí según tu palabra., etc.).
¿Qué concepto tenemos de la Biblia? ¿Compartimos la opinión que tiene de ella el salmista? Recordemos que él no tuvo en sus manos la revelación de la gracia que nosotros tenemos en el Nuevo Testamento.