Es interesante el versículo 14Y los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta Hageo y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia. Dice que edificaron por orden del Dios de Israel, también por mandato de Ciro, Darío y Artajerjes y se reconoce también la participación de los profetas. Todos estos factores son importantes.
La obra se terminó en veintidós años porque buena parte de este tiempo el trabajo quedó interrumpido. En la dedicación parece que no hubo lágrimas como cuando se echaron los cimientos, tal vez porque los ancianos que lloraron ya no estaban presentes.
En la dedicación del templo de Salomón se ofrecieron 22,000 bueyes y 120,000 ovejas (1 R. 8:63Y ofreció Salomón sacrificios de paz, los cuales ofreció a Jehová: veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa de Jehová). Aquí sólo fueron 100 becerros, 200 carneros y 400 corderos. Salomón dio de su abundancia y éstos de su pobreza, por eso preguntamos: ¿Quién dio más? Numéricamente, Salomón, pero sabemos que Dios hace la cuenta proporcionalmente. “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado...” (1 Co. 16:2Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas).
¿Quién dio más, Salomón o los que regresaron del exilio? Será difícil decidir, pero aprendamos cómo mide Dios lo que podemos darle. No debemos compararnos con nuestros prójimos.