La sección final del libro enfoca no tanto la bendición y restauración de Israel sino la Persona del Bienhechor y Restaurador: el Mesías, que sufre desprecios y rechazo, heridas y aun la muerte.
La primera parte del capítulo (vs. 1-81La profecía de la palabra de Jehová está contra la tierra de Hadrac y sobre Damasco; porque a Jehová deben mirar los ojos de los hombres, y de todas las tribus de Israel. 2También Hamat será comprendida en el territorio de éste; Tiro y Sidón, aunque sean muy sabias. 3Bien que Tiro se edificó fortaleza, y amontonó plata como polvo, y oro como lodo de las calles, 4he aquí, el Señor la empobrecerá, y herirá en el mar su poderío, y ella será consumida de fuego. 5Verá Ascalón, y temerá; Gaza también, y se dolerá en gran manera; asimismo Ecrón, porque su esperanza será confundida; y perecerá el rey de Gaza, y Ascalón no será habitada. 6Habitará en Asdod un extranjero, y pondré fin a la soberbia de los filisteos. 7Quitaré la sangre de su boca, y sus abominaciones de entre sus dientes, y quedará también un remanente para nuestro Dios, y serán como capitanes en Judá, y Ecrón será como el jebuseo. 8Entonces acamparé alrededor de mi casa como un guarda, para que ninguno vaya ni venga, y no pasará más sobre ellos el opresor; porque ahora miraré con mis ojos.) habla del castigo de los enemigos de Israel, la segunda reseña la venida del Rey. Todo lector del Nuevo Testamento sabe que esta profecía se cita con relación a la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén al principio de la semana de su pasión y muerte. Entró humilde, “sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga” (Mt. 21:5Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga.). Los “¡Hosanna!” cambiaron a voces de “¡Crucifícale, crucifícale!” (Lc. 23:21pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale!), y: “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lc. 19:14Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.).
El pueblo ciego rechazó a su Rey así que esta profecía espera su cumplimiento pleno cuando Cristo venga al mundo la segunda vez. Ya no vendrá sobre un pollino sino montado en un caballo blanco, acompañado por ejércitos celestiales. Señoreará de mar a mar, destruirá instrumentos de guerra, su pueblo será su rebaño y piedras de diadema en su corona (v. 16Y los salvará en aquel día Jehová su Dios como rebaño de su pueblo; porque como piedras de diadema serán enaltecidos en su tierra). Contemplemos su victoria diciendo: “¡Cuánta es su bondad, y cuánta su hermosura!” (v. 17Porque ¡cuánta es su bondad, y cuánta su hermosura! El trigo alegrará a los jóvenes, y el vino a las doncellas.).