Se cree que David escribió este salmo cuando por vez primera se sentó sobre el trono. Contiene sus metas y aspiraciones. Quería alabar a Dios, entender su camino, rodearse de hombres rectos y piadosos, y gobernar bien su casa.
Son metas dignas de un rey, pero David no las pudo alcanzar plenamente. Nosotros no somos reyes como David, pero sí somos reyes para Dios (Ap. 1:6y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.). Volvamos a leer el salmo y hagamos propias algunas de las metas enumeradas. Pero lo más importante será confiar en Dios para poder alcanzarlas.
El Salmo menciona cuatro cosas que debemos tener:
1. Canción (v. 1Misericordia y juicio cantaré; A ti cantaré yo, oh Jehová.), cuyo tema es misericordia y juicio.
2. Conocimiento (v. 2Entenderé el camino de la perfección Cuando vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa.). El camino de la perfección es una persona: Cristo. Si ya le conocemos busquemos conocerle más (Fil. 3:10a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte).
3. Comunión (v. 6Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá.). No se trata de la posibilidad o la promesa de comunión sino de la experiencia y realidad de ella.
4. Comisión (v. 6Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá.). Sólo puede servir a Dios quien anda en el camino de la perfección.
La norma es alta y no pensemos rebajarla. No basta entender el camino de la perfección (v. 2Entenderé el camino de la perfección Cuando vengas a mí. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa.): es necesario andar en él si queremos servir a Dios.