En el cuadro de ayer, una masa de barro era desbaratada; hoy una vasija es rota. Aquella era una visión profética del pueblo en general. Ésta, está ligada al tiempo y al espacio. Es un aviso de destrucción irreversible (v. 11y les dirás: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de barro, que no se puede restaurar más; y en Tofet se enterrarán, porque no habrá otro lugar para enterrar. ) para el pueblo en el tiempo de Jeremías.
Éste fue su pecado (v. 4Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y ofrecieron en él incienso a dioses ajenos, los cuales no habían conocido ellos, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y llenaron este lugar de sangre de inocentes.), pero pensemos también en el nuestro:
1. Dejaron a Jehová y vendieron a otro lo que él había poseído. Si ya le di mi corazón, no se lo puedo dar a otro.
2. Dedicaron a propósitos idólatras algo que era sólo para Dios. ¿Qué hago con los dones que Dios me dio para poder servirle mejor?
3. Quemaron niños inocentes como sacrificios a dioses de las naciones vecinas (v. 5Y edificaron lugares altos a Baal, para quemar con fuego a sus hijos en holocaustos al mismo Baal; cosa que no les mandé, ni hablé, ni me vino al pensamiento.). ¿Qué hago con lo que Dios me dio a cuidar?
Es bueno que juntemos la lección de ayer y la de hoy. Si bien es cierto que Dios tiene el poder y la virtud de forjar un vaso hermoso, también hay barro inútil, lleno de escorias e impurezas, que debe destruirse.
Notemos aquí que la lista de pecados tiene a la cabeza el olvido: “Me dejaron” (v. 4Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y ofrecieron en él incienso a dioses ajenos, los cuales no habían conocido ellos, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y llenaron este lugar de sangre de inocentes.). Sigue “edificaron” (v. 5Y edificaron lugares altos a Baal, para quemar con fuego a sus hijos en holocaustos al mismo Baal; cosa que no les mandé, ni hablé, ni me vino al pensamiento.) y termina con “han endurecido su cerviz” (v. 15Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí, yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus villas todo el mal que hablé contra ella; porque han endurecido su cerviz para no oír mis palabras.). Pongamos cuidado, pues, de no olvidarnos de Dios.
Alabar su nombre cada mañana y agradecer sus bondades son el antídoto para la desobediencia, y la desobediencia trae como castigo el destierro de la gloria de Dios.