Para Dios, del corazón nace toda acción y todo pensamiento. También es el centro de la personalidad y la fuente de las emociones.
Aunque en este capítulo se da el diagnóstico del corazón rebelde de Judá y se marca que tiene una enfermedad irreversible, también hay suficiente sabiduría para marcar una línea de medicina preventiva.
1. El corazón es engañoso (v. 9Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?). Ésta es la primera verdad que hay que aprender. El hombre no puede guiarse por los dictados de su corazón ni puede apoyarse en el corazón de otro (v. 5Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.).
2. Dios puede ayudarlo (v. 7Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.). Dios es el médico legista que emitirá su testimonio ante el gran jurado para que éste dictamine sobre la culpabilidad (v. 10Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.); pero también es médico de cabecera a quien puedo consultar en mis problemas. Seguir sus consejos es lograr vida abundante (v. 8Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.).
3. Apartarse de Dios es funesto (v. 6Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.). Dejar de consultarlo o no obedecer sus instrucciones es la causa fundamental de todos los problemas que atacan al hombre.
Hagamos de la oración de Jeremías nuestra oración cotidiana: “Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza” (v. 14Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza.).