En el segundo Libro de Samuel leemos que David reinó siete años sobre la tribu de Judá, en Hebrón, antes de ser reconocido como rey por toda la nación. Pero esto, así como muchos de los fracasos y pecados de David y Salomón, no aparecen en los Libros de Crónicas que se ocupan de las bendiciones y la gracia de Dios demostradas a David y a su casa.
Como rey, David siguió siendo pastor (v. 2También antes de ahora, mientras Saúl reinaba, tú eras quien sacaba a la guerra a Israel, y lo volvía a traer. También Jehová tu Dios te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo Israel, y tú serás príncipe sobre Israel mi pueblo.), pastoreando al pueblo con pericia (Sal. 78:72Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, Los pastoreó con la pericia de sus manos.). Desde que Samuel ungió a David (v. 3Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y David hizo con ellos pacto delante de Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová por medio de Samuel.), pasaron largos años y pruebas penosas, pero Dios cumple sus promesas. Se las cumplió a David y las cumplirá a nosotros también.
Jerusalén estaba aún en manos de los jebuseos. David logró echarlos y Joab, que se distinguió en esta batalla, llegó a ser general supremo de su ejército. El secreto del éxito de David está en el versículo 9Y David iba adelantando y creciendo, y Jehová de los ejércitos estaba con él.; “Jehová de los ejercitos estaba con él”, por eso iba adelantando y creciendo.
Busquemos estar conscientes de la presencia de Dios con nosotros cada día de nuestra vida y así experimentaremos los mismos resultados que David.