Como en su discurso al pueblo, aquí también principia Salomón con adoración al meditar en la grandeza de Dios (v. 14Jehová Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia con tus siervos que caminan delante de ti de todo su corazón) y en sus promesas cumplidas (v. 15que has guardado a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; tú lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como se ve en este día.). Esto es base para la fe que pide bendiciones futuras (vs. 16,1716Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le has prometido, diciendo: No faltará de ti varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino, andando en mi ley, como tú has andado delante de mí. 17Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase tu palabra que dijiste a tu siervo David.).
El mismo ciclo se repite comenzando en el versículo 18Mas ¿es verdad que Dios habitará con el hombre en la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que he edificado?. Salomón se admiraba que Dios, más grande que todos los cielos, habitara en la casa que él construyó. ¡Cuánto más nos debe admirar a nosotros lo que pide Pablo para el creyente en Efesios 3:17-1917para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.!
Seguiremos comentando el contenido de esta oración mañana al terminar su lectura. Por ahora regresemos a considerar la posición de Salomón (vs. 12,1312Se puso luego Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos. 13Porque Salomón había hecho un estrado de bronce de cinco codos de largo, de cinco codos de ancho y de altura de tres codos, y lo había puesto en medio del atrio; y se puso sobre él, se arrodilló delante de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos al cielo, y dijo) que es reflejo de su actitud. Estaba en alto, delante del altar, de rodillas y con las manos extendidas hacia el cielo. El cuadro es elocuente y aleccionador. El que quiere guiar al pueblo de Dios en oración debe estar en alto. No podemos elevar a otros si nuestro nivel espiritual es bajo. El altar habla de la razón por la cual nuestra oración es oída. Las rodillas dobladas hablan de reverencia y las manos extendidas ofrecen adoración y esperan recibir bendiciones de Dios.