Atalía reinó seis años. Seis es el número del hombre en su jactancia y supuesta grandeza (1 S. 17:4Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo.; 2 S. 21:20Después hubo otra guerra en Gat, donde había un hombre de gran estatura, el cual tenía doce dedos en las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro por todos; y también era descendiente de los gigantes.). Es el número de la bestia en el tiempo del fin (Ap. 13:18Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.). Pero le sigue el siete, número señalado por Dios para bendición (Gn. 2:3Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.).
Hay una alianza entre sacerdotes y militares y una preparación esmerada para poner la corona en la cabeza del hijo de David. No podemos menos que comparar este incidente con el momento actual. El gran Hijo de David no está escondido en el templo, pero sí está “sentado a la diestra de Dios,... esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies” (Heb. 10:12,1312pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies). Un día cercano se manifestará y será coronado. ¿Qué hacemos para apresurar ese día?
Atalía acude atraída por los gritos de júbilo y es ajusticiada. El sacerdote Joiada sienta las bases para la reforma: hace un pacto con el pueblo y con el rey, destruye los ídolos y la adoración falsa y pone porteros a las puertas de la casa de Dios para que no entre lo inmundo. ¿Los resultados? Hay regocijo y tranquilidad.