Antes de comentar este capítulo queremos insistir en algunos puntos que nos ayudarán a entender la vida de Sansón y tal vez, también, la nuestra.
Los instrumentos que Dios usa nunca son perfectos. A veces, hombres con graves faltas morales producen resultados que sólo pueden ser obra del Espíritu Santo. No hay obreros perfectos pero, ¿acaso hay una línea que divide a los hombres que Dios puede usar, de los que son demasiado sucios? Hay quienes tienen respuesta categórica a esta pregunta, pero hay casos, como el de Sansón, que obligan a reconsiderar esas respuestas. Dios no usa al hombre en premio a su fidelidad, ni es el éxito, prueba de santidad. Dios es soberano y los resultados son su prerrogativa. Salió agua de la peña aun cuando Moisés desobedeció (Nm. 20:8-128Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. 9Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó. 10Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? 11Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. 12Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.).
Hay acciones de Sansón que no podemos defender. Peleó contra enemigos de Dios y obtuvo victorias dramáticas, pero no hay evidencia de comunión íntima con Dios. Su barba y cabellera, su abstinencia de alcohol, eran marcas externas de dedicación, pero no vemos evidencia de piedad.
Tal vez impresionamos como predicadores o maestros de la Escuela Dominical, o bien, destacamos en evangelismo personal. No nos preguntemos: ¿Me usa Dios?, sino: ¿Disfruto comunión personal con él?