El ejército de Gedeón, comparado con el de los enemigos, era pequeño; pero Dios dijo que el pueblo era mucho. En vez de reclutar más soldados, era hora de reducir el número.
Lo primero fue dar la orden indicada en Deuteronomio 20:8Y volverán los oficiales a hablar al pueblo, y dirán: ¿Quién es hombre medroso y pusilánime? Vaya, y vuélvase a su casa, y no apoque el corazón de sus hermanos, como el corazón suyo. y casi el 70% se fue, aceptando que eran cobardes.
La segunda prueba eliminó a todos menos 300. Estos eran los consagrados, en contraste con los que buscaban la forma más fácil de beber.
Más adelante, el sueño del pan de cebada sirvió para fortalecer la fe de Gedeón y convertirlo en adorador (v. 15Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos.).
La estrategia de batalla y el equipo de los soldados nos parece bien extraño: cántaros, trompetas y teas. La lección espiritual es importante. Los soldados tenían que observar al capitán y hacer todo lo que él hacía. Nosotros debemos tener los ojos puestos en Jesús (Heb. 12:2puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.), y hacer todo como él lo hace.
El cántaro (vaso de barro que representa nuestro cuerpo) debe ser sacrificado, la tea debe brillar y la trompeta debe ser oída. Así es con nuestro testimonio: debe haber disciplina para que pueda haber luz y sonido.