Sólo Dios sabe cuánta depravación hay en el corazón humano y cuán necesaria es la advertencia continua a apartarse del mal para no caer víctima del pecado. Es por eso que tenemos otro capítulo dedicado a advertencias contra la fornicación y el adulterio.
El capítulo presenta un drama completo. La víctima es un joven inexperto, falto de entendimiento, que necesita armarse de sabiduría más allá de la suya. La seductora es experta: su forma de vestir y hablar, sus perfumes, sus tácticas, hacen que el encuentro sea una lucha desigual. El desenlace es la muerte. El joven va como buey al degolladero y como ave que se apresura a la red. La lectura de estas advertencias debe librar a algunos de tan triste fin. ¿Cuál es la defensa contra la seductora?
1) Guardar la mente (corazón) (vs. 1-41 Hijo mío, guarda mis razones, Y atesora contigo mis mandamientos. 2 Guarda mis mandamientos y vivirás, Y mi ley como las niñas de tus ojos. 3 Lígalos a tus dedos; Escríbelos en la tabla de tu corazón. 4 Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, Y a la inteligencia llama parienta;) “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal. 119:11En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.).
2) En forma literal y mental debemos apartarnos del camino de tentación. Es necesario llenar la vida de actividades útiles y nobles.
3) Debemos ver, más allá del momento presente, cuáles son las consecuencias temporales y eternas del pecado.