El Juez de toda la tierra no ha de pronunciar sentencia sobre los reyes de la tierra (sistemas de gobierno humano), sin antes hablar del castigo que le espera al autor de toda esta confusión, Satanás. Él fue quien sembró la semilla de rebeldía en Nimrod y en todos los que lo siguieron.
Las características de este rey, Lucero (v. 12¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.), que se reflejan en todos sus vasallos son: codicia (v. 4pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro! ); señorío fundado en crueldad (v. 6el que hería a los pueblos con furor, con llaga permanente, el que se enseñoreaba de las naciones con ira, y las perseguía con crueldad.); soberbia (v. 11Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.); orgullo (v. 13Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; ); insolencia (v. 14sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.). Lo triste es que estos atributos satánicos no sólo aparecen en los dirigentes que caen bajo su dominio, sino en todo ser humano que se doblega ante él, atraído por sus ofertas (Ro. 1:28-3228Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 29estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; 32quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.; Stg. 4:2Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.).
Pero lo importante no es saber que todo esto existe en el mundo; lo importante es vigilar que esos atributos no aparezcan en mí. Raerlos de mi vida con mis propias fuerzas es tarea imposible; sólo por Jesucristo puedo hallar la victoria (Ro. 7:24,2524¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.).