Los primeros dos versículos nos presentan a un personaje muy importante para Isaías: el Mesías (que significa ungido de Dios). A Isaías se le ha llamado el profeta mesiánico, pues es el que más escribió sobre el Mesías. Estos versículos nos hablan elocuentemente de él y de su reinado justo en el milenio.
Pero, mientras esto no acontezca, el profeta llama la atención a las mujeres y las llama “hijas confiadas” (v. 9Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón.). Bien pudiera referirse a la conducta pasiva que muestra el pueblo judío de hoy ante el reinado mesiánico, así como el cúmulo de experiencias desagradables y de angustia que desde esos tiempos hasta hoy ha sufrido esa nación.
Nuestra lectura termina con palabras de paz para el pueblo escogido (vs. 16,1716Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia. 17Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre.). Notemos los resultados de la justicia: “paz… reposo y seguridad”.
Desgraciadamente el mundo quiere tener paz por el camino del amor y grita a los cuatro vientos: “Amor y paz”. La Biblia enseña que el único camino hacia la paz es el camino de la justicia.
Terminemos haciéndonos una pregunta: ¿Gozo yo los resultados de la justicia (Ro. 5:1Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo)?