Aquí tampoco habla Isaías. El Mesías dice que no descansará hasta que resplandezca la justicia en Sión y se encienda como antorcha su salvación.
Jerusalén será una corona de gloria en la mano de Jehová y recibirá su nombre nuevo: Hefzi-bá (mi deleite está en ella) y Beula (desposada).
El amor de Dios para con Sión será como el de un joven recién casado y con gozo duradero. La misma figura se usa del creyente en su relación espiritual con Cristo (Ro. 7:4Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.).
Para lograr esto Dios ha puesto atalayas sobre los muros y éstos no deben cesar en su ministerio de oración. Esta intercesión debe ser nuestro ministerio constante.
El nombre nuevo también incluye: “Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y... Ciudad Deseada, no desamparada” (v. 12Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada.). Estos nombres son nuestros también, pero recordemos que un nombre nuevo trae consigo privilegios y responsabilidades nuevas.
Consideremos las responsabilidades que aparecen en el versículo 10Pasad, pasad por las puertas; barred el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón a los pueblos.: “Pasad,... barred,... allanad,... quitad las piedras, alzad pendón...” Gocemos nuestros privilegios, pero sepamos cumplir con nuestros deberes.