¡CUÁN hermoso es cuando Dios descorre el velo y permite al hombre contemplar sus misterios! Veamos los que se nos revelan en este capítulo:
1. Tenemos la primera señal visible que nos lleva a pensar en Dios como trino: Jehová se manifiesta en la forma visible de tres seres vivientes. La Biblia dice: “Le apareció Jehová” y “miró, y he aquí tres varones” (vs. 1,21Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. 2Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra).
2. Nos habla de la omnipotencia de Dios. Los tres a una dicen: “Sara tu mujer tendrá un hijo” (v. 10Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él.). Note el cambio a singular cuando promete.
3. Se pone de manifiesto la omnisciencia de Dios al darse cuenta de la risa interior de Sara.
4. Notamos la omnipresencia de Dios. La aparición se desvanece de la vista, los varones se van, pero “Abraham estaba aún delante de Jehová” (v. 22Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová.).
También aprendemos que Dios corresponde abundantemente a nuestros dones que le ofrecemos: panes, becerro, mantequilla y leche contra el poder para engendrar y concebir al heredero prometido. No temamos darle a Dios lo que tenemos porque él “suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria” (Fil. 4:19Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.).