¡QUÉ carácter tan bello y humilde es el de José! Faraón le atribuía méritos, pero José responde que no es él, sino Dios, el que dará respuesta propicia al rey.
Un siervo de Dios hoy debe dar toda la gloria a su Señor. No se ha de presentar ante el mundo como poseedor de grandes conocimientos, y procurará alejar los ojos de los hombres de sobre su persona para dirigirlos a Dios, como lo hacía Juan el Bautista. La humildad fue el vestido que siempre usó José y fue el mejor de todos los que le tocó lucir a través de su variada historia.
La recomendación de José, después de interpretar el sueño, fue muy sabia. En el tiempo de abundancia no debe haber derroche sino “provisión en depósito” (v. 36Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.). No seamos descuidados ni negligentes con el alimento espiritual que Dios nos provee. Es necesario almacenar todo lo que podamos para poder compartir con otros en el día del hambre.
La repetición del sueño (v. 32Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla.), significa lo mismo que el “de cierto, de cierto os digo” que ocurre tan a menudo en el Evangelio según San Juan. Nos dice que la palabra es segura y que la decisión que exige es urgente.